‘¿Quién mató a Sara?’: la temporada 2 de la serie de Netflix retuerce aún más el misterio y mantiene su apuesta por los giros sorpresivos
Recuerdo que ‘¿Quién mato a Sara?’ no hizo demasiado ruido cuando comenzó la campaña promocional de Netflix, pero fue llegar a la plataforma y convertirse en uno de sus mayores éxitos de los últimos tiempos. Seguro que ni la propia plataforma esperaba que fuese a arrasar de esa manera, aunque confianza en ella sí tenía, pues pronto anunció que la segunda tanda de episodios iba a estrenarse el 19 de mayo.
Algo que seguro ha llamado la atención a muchos de sus seguidores es que en ningún momento se ha comentado que la segunda temporada vaya a ser la última de la serie. No tardaremos en descubrirlo, pero por ahora he tenido la oportunidad de ver sus dos primeros capítulos, donde se opta por retorcer más el misterio al hacer especial hincapié en la víctima.
Según el momento pesaba más una cosa que otra, algo que vuelve a suceder en este inicio de la segunda temporada, donde tan pronto se abre la veda del exceso para dar una mayor sensación de profundidad en el personaje interpretado por Ximena Lamadrid como se apuesta por la peculiar emboscada que da cierre al primer episodio.



Y es que Sara hasta ahora era más protagonista en la sombra, el gran detonante de todo pero sin tener una auténtica personalidad más allá de su vinculación a algunos de los secretos que iba desvelando la serie. El gran cambio de este arranque de segunda temporada es solucionar eso, en parte para dar otra dimensión diferente a su muerte, pero también para terminar de dejar claro que no era precisamente una hermanita de la caridad.
A partir de ese hilo vamos descubriendo más, aunque dando la sensación de que la serie está abrazando aún más su lado más excesivo. Es algo que se matiza no dejando que nada llegue a precipitarse y con ese halo de cierta seriedad que se busca conseguir a través del trabajo de puesta en escena de Leche Ruiz.
La segunda temporada de ‘¿Quién mató a Sara?’ deja claro que estamos ante un castillo de naipes de lo más retorcido y que para algunos seguramente ya se haya venido abajo. Por mi parte, me debato entre la curiosidad y el escepticismo, así que tocará seguir adelante con ella. Y es que no puedo decir que sea buena, pero sí que es honesta en su planteamiento y directa en su ejecución, incluso cuando llega a abusar de los retruécanos. A veces con eso es suficiente.